UN ALTO EN EL CAMINO
Me preguntas cómo estoy, casi sin mirarme a los ojos, los esquivas de soslayo, no te atreves a mirarme
-Estoy bien- miento.
Entretanto, sin querer, rozas mis dedos al cambiar la marcha, mientras yo intento dejar de oír esa canción que suena en la radio y que me trae tantos recuerdos.
Tú quieres adivinar, lo sé, qué pasa por mi cabeza, como si a través de mis dedos pudieses acceder a mis más íntimos pensamientos…Me hago la fuerte y retiro la mano. Sé que, si me tocas, todo volverá a caer…
La autovía está vacía, no vamos a ninguna parte. Coges la primera salida que encuentras y nos alejamos de la ciudad. La música sigue sonando. La misma que oía cuando viajaba hacia ti, en aquella locura en que casi pierdo el control de mi alma. No la oigo desde entonces- lo sabes bien- y se apodera de mis sentidos y no puedo hablar. Alargas tu mano hacia mi cuello, me dices: “Estás muy callada”. “No tengo nada que decir”, contesto deprisa, aunque mi voz suena a mentira, me conoces bien.
El coche se detiene en un camino de tierra. “¿Vamos a dar una vuelta?” Preguntas insinuando caricias con tu voz. Escondo mi mochila bajo el asiento y salgo del coche.
Nos adentramos en el bosque, cuesta abajo, hacia la vereda del río.
Los espinos se clavan en mi abrigo, sujetándome, pidiéndome que no avance más. Y por un momento deseo irme de allí, salir corriendo, robarte el coche y dejarte allí tirado. Te odio. Esta vez sí has oído mis pensamientos y te vuelves a besarme, sin darme opción.
Tu lengua inunda mi boca, la he echado tanto de menos. Tus manos se deslizan por mi espalda, bajo el pantalón y ya nada me importa…Sólo seguir allí contigo es motivo de supervivencia para mí. Recoges un poco de nieve que resbala de una mata, tu mirada cómplice busca mi aprobación sin esperarla y la introduces bajo mis bragas.
La sensación de frío es sólo momentánea, puede mucho más el calor. Mi sexo hinchado se desdobla en sensaciones. Tus manos fueron creadas para mi cuerpo.
Me acaricias y pierdo el sentido. Desaparecen los miedos, las noches a solas, mi odio hacia ti.Todo se borra. Y me enfado conmigo por ser tan frágil, por olvidar tan pronto las promesas que me hice, por no recordar mi dolor ni mis lágrimas y seguir besándote, abriéndome hacia ti, como estoy haciendo ahora
Desabrochas mi pantalón con sabiduría, lo conoces bien. Me duele pensar cuántos botones ajenos habrás desabrochado pero me recreo en mis celos y me digo: “Ahora estás aquí, conmigo, qué mas dan los botones y los demás besos. Qué importa si para ti no soy nada cuando todo esto acabe…”
Y consciente de mi perdición, me dejo llevar por tus dedos, por tu boca, por tu lengua que barre cada rincón de mi cuello y ese deseo que gime cada vez más en mis adentros.
Aparco mi alma al otro lado del río, o tal vez, mi alma se queda conmigo, no lo sé.
El hielo de derrite pronto, ya no lo siento, ahora son tus dedos los que exploran recuerdos, deshaciendo uno a uno cada minuto de olvido, sin piedad.
Y retornan las sensaciones, todo aquello que he perdido tantas veces y que ahora,me devuelves con tu aliento. Cuando penetras en mí me quedo sin respiración, nadie me ha hecho sentir algo así, jamás. Me miras. Eso aumenta el dolor de la pérdida, reaviva los sueños y me devuelve a la realidad. Comienzo a llorar, no lo notas, mis lágrimas no llegan a tus oídos ni resbalan en tu pecho. Son lágrimas de silencio, sólo mías, yo las entiendo…Intento retener cada movimiento, cada gesto tuyo, la fuerza de tus brazos mientras me sujetas las caderas empujándolas hacia las tuyas, amasando mis nalgas con delicadeza, atrayéndome hacia tí, muy lentamente. Ahora nada existe, sólo el tiempo.
Tus manos fueron creadas para mi cuerpo, mi cuerpo fue creado para tus manos, para tu sed, para tu sexo…
Sé que el momento se acaba y estiro lo que puedo cada instante. Abarco con mis piernas tu espalda y detengo el movimiento para tallar en mi memoria, una vez más, la sensación de tenerte dentro.
De camino a la ciudad, apenas hablamos. Sólo la música, armonía nueva que retienen mis sentidos y que no podré volver a oír sin recordar cómo te quiero.
Nos despedimos sin mirarnos. Me dices: “ Siempre es un placer verte…” mientras me robas un beso sin que nadie nos vea. Te pregunto si me has echado de menos…Sonríes, me recuerdas que no sientes lo mismo que yo y me apuñalan tus palabras de nuevo,en el mismo sitio, donde ya ni siquiera lo siento.
Ahora conduzco despacio, está anocheciendo, huele el aire a hiel y deseo viejo. Me aborrezco por ser tan imbécil, por volver hacia ti una y otra vez. Me consuelo pensando en que tu alma no sabe mentir, ni tu cuerpo, ni tus manos… Así, al menos, la sensación de engaño no es tan grande. Eres idiota, me repito. Nunca más.
De vuelta a mi mundo. Ahí donde no existes, donde no eres real, donde no puedo tenerte, ni tan siquiera recordarte, poco a poco irás desapareciendo…
Antes de llegar a casa te entierro en el camino, cavo un agujero muy hondo para que no consigas salir. Hasta la próxima vez, hasta la próxima llamada, hasta la próxima canción, hasta la próxima ocasión en que mis lágrimas de silencio fluyan dentro de mí por no poder entregarme a nadie más. No sabes cuánto te odio…
-Estoy bien- miento.
Entretanto, sin querer, rozas mis dedos al cambiar la marcha, mientras yo intento dejar de oír esa canción que suena en la radio y que me trae tantos recuerdos.
Tú quieres adivinar, lo sé, qué pasa por mi cabeza, como si a través de mis dedos pudieses acceder a mis más íntimos pensamientos…Me hago la fuerte y retiro la mano. Sé que, si me tocas, todo volverá a caer…
La autovía está vacía, no vamos a ninguna parte. Coges la primera salida que encuentras y nos alejamos de la ciudad. La música sigue sonando. La misma que oía cuando viajaba hacia ti, en aquella locura en que casi pierdo el control de mi alma. No la oigo desde entonces- lo sabes bien- y se apodera de mis sentidos y no puedo hablar. Alargas tu mano hacia mi cuello, me dices: “Estás muy callada”. “No tengo nada que decir”, contesto deprisa, aunque mi voz suena a mentira, me conoces bien.
El coche se detiene en un camino de tierra. “¿Vamos a dar una vuelta?” Preguntas insinuando caricias con tu voz. Escondo mi mochila bajo el asiento y salgo del coche.
Nos adentramos en el bosque, cuesta abajo, hacia la vereda del río.
Los espinos se clavan en mi abrigo, sujetándome, pidiéndome que no avance más. Y por un momento deseo irme de allí, salir corriendo, robarte el coche y dejarte allí tirado. Te odio. Esta vez sí has oído mis pensamientos y te vuelves a besarme, sin darme opción.
Tu lengua inunda mi boca, la he echado tanto de menos. Tus manos se deslizan por mi espalda, bajo el pantalón y ya nada me importa…Sólo seguir allí contigo es motivo de supervivencia para mí. Recoges un poco de nieve que resbala de una mata, tu mirada cómplice busca mi aprobación sin esperarla y la introduces bajo mis bragas.
La sensación de frío es sólo momentánea, puede mucho más el calor. Mi sexo hinchado se desdobla en sensaciones. Tus manos fueron creadas para mi cuerpo.
Me acaricias y pierdo el sentido. Desaparecen los miedos, las noches a solas, mi odio hacia ti.Todo se borra. Y me enfado conmigo por ser tan frágil, por olvidar tan pronto las promesas que me hice, por no recordar mi dolor ni mis lágrimas y seguir besándote, abriéndome hacia ti, como estoy haciendo ahora
Desabrochas mi pantalón con sabiduría, lo conoces bien. Me duele pensar cuántos botones ajenos habrás desabrochado pero me recreo en mis celos y me digo: “Ahora estás aquí, conmigo, qué mas dan los botones y los demás besos. Qué importa si para ti no soy nada cuando todo esto acabe…”
Y consciente de mi perdición, me dejo llevar por tus dedos, por tu boca, por tu lengua que barre cada rincón de mi cuello y ese deseo que gime cada vez más en mis adentros.
Aparco mi alma al otro lado del río, o tal vez, mi alma se queda conmigo, no lo sé.
El hielo de derrite pronto, ya no lo siento, ahora son tus dedos los que exploran recuerdos, deshaciendo uno a uno cada minuto de olvido, sin piedad.
Y retornan las sensaciones, todo aquello que he perdido tantas veces y que ahora,me devuelves con tu aliento. Cuando penetras en mí me quedo sin respiración, nadie me ha hecho sentir algo así, jamás. Me miras. Eso aumenta el dolor de la pérdida, reaviva los sueños y me devuelve a la realidad. Comienzo a llorar, no lo notas, mis lágrimas no llegan a tus oídos ni resbalan en tu pecho. Son lágrimas de silencio, sólo mías, yo las entiendo…Intento retener cada movimiento, cada gesto tuyo, la fuerza de tus brazos mientras me sujetas las caderas empujándolas hacia las tuyas, amasando mis nalgas con delicadeza, atrayéndome hacia tí, muy lentamente. Ahora nada existe, sólo el tiempo.
Tus manos fueron creadas para mi cuerpo, mi cuerpo fue creado para tus manos, para tu sed, para tu sexo…
Sé que el momento se acaba y estiro lo que puedo cada instante. Abarco con mis piernas tu espalda y detengo el movimiento para tallar en mi memoria, una vez más, la sensación de tenerte dentro.
De camino a la ciudad, apenas hablamos. Sólo la música, armonía nueva que retienen mis sentidos y que no podré volver a oír sin recordar cómo te quiero.
Nos despedimos sin mirarnos. Me dices: “ Siempre es un placer verte…” mientras me robas un beso sin que nadie nos vea. Te pregunto si me has echado de menos…Sonríes, me recuerdas que no sientes lo mismo que yo y me apuñalan tus palabras de nuevo,en el mismo sitio, donde ya ni siquiera lo siento.
Ahora conduzco despacio, está anocheciendo, huele el aire a hiel y deseo viejo. Me aborrezco por ser tan imbécil, por volver hacia ti una y otra vez. Me consuelo pensando en que tu alma no sabe mentir, ni tu cuerpo, ni tus manos… Así, al menos, la sensación de engaño no es tan grande. Eres idiota, me repito. Nunca más.
De vuelta a mi mundo. Ahí donde no existes, donde no eres real, donde no puedo tenerte, ni tan siquiera recordarte, poco a poco irás desapareciendo…
Antes de llegar a casa te entierro en el camino, cavo un agujero muy hondo para que no consigas salir. Hasta la próxima vez, hasta la próxima llamada, hasta la próxima canción, hasta la próxima ocasión en que mis lágrimas de silencio fluyan dentro de mí por no poder entregarme a nadie más. No sabes cuánto te odio…
9 comentarios
Merche -
Perseida -
Ayssssssssss mala, más que mala!!!
Anónima subida en escoba -
Besitos
Perro Callejero -
Salu(2)
NOFRET -
Y con un estilo que atrapa, muy visual y sensual.
Perseida -
Bohemian -
muy buen texto, te felicito xD
white -
Pablo -